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Duruelo (Segovia)

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Duruelo se encuentra situado en un lugar estratégico de la provincia, a apenas cien kilómetros de Madrid, muy cerca de la estación de La Pinilla así como de las Hoces del Duratón y del Riaza. Una situación privilegiada que ha permitido a esta localidad recibir a muchos que buscan paz y tranquilidad sabiendo que están bien localizados. Sin embargo, quizás muchos desconozcan que este pueblo tiene mucha historia ya que estos pagos estuvieron poblados en la época romana, según verifican los restos encontrados por los entornos. Aunque sin duda, fue la Edad Media cuando este pueblo segoviano tuvo más importancia.

De esa época data el principal monumento que tiene Duruelo, la iglesia parroquial dedicada a la Natividad de Nuestra Señora. Está catalogada como Monumento Histórico Artístico. A su primitiva planta de una sola nave y cabecera con ábside de tambor, se la impuso en época renacentista un pórtico y una espadaña barroca. En el exterior del templo sobresalen los tres ventanales del ábside y los canecillos con figuras de la cornisa. Pero sin duda parte de su tesoro está en el interior del templo, donde se encuentra un espectacular retablo mayor de estilo renacentista. Allí se pueden contemplar tablas pintadas por el llamado Maestro de Duruelo, del siglo XVI. En el primer piso del retablo, agrupados por parejas, aparecen varios apóstoles. Entre ellos, San Pedro y San Pablo así como San Juan Bautista y San Juan Evangelista. En el segundo piso se pueden contemplar temas como la Anunciación, la Adoración de los Pastores o la Epifanía. La Pasión ocupa el tercer piso con tablas en las que se aprecia a Jesús con la Cruz. En el remate se encuentra la paloma del Espíritu Santo.

Unas pinturas que son excepcionales y que fueron realizadas durante la primera mitad del siglo XVI. Sin embargo, poco se sabe de este artista de nombre anónimo que se le conoce popularmente como Maestro de Duruelo.

 

En ruinas

 

La iglesia parroquial no es el único edificio religioso de Duruelo. En la parte más elevada del pueblo, junto a las eras, se encuentran las ruinas de la ermita de San Roque. Al frente se abre la puerta de entrada, de medio punto y enmarcada por sillares. Sobre ella se puede contemplar un frontón triangular de piedra, con una hornacina vacía en el centro. Está rematada por adornos con bolas.

Las ruinas de la otra ermita, la de San Cristóbal, se localidad en uno de los despoblados que tuvo Duruelo, en concreto en el de San Cristóbal del Enebral. Allí hoy en día es posible contemplar los restos de un templo sencillo, construido con gruesos y bastos muros de calicanto. Alrededor de estas ruinas se pueden ver numerosas tumbas antropomorfas excavadas en la roca. En Duruelo también existieron varios molinos harineros. Según refleja Pascual Madoz en su Diccionario Geográfico Estadístico Histórico a mediados del siglo XIX existían tres molinos harineros. Hoy el conocido como Molino Calleja, se encuentra prácticamente perdido. Por aquel entonces, sus vecinos producían trigo, cebada, centeno, garbanzos, titos, patatas, alubias, calabazas, nabos, algarrobas y algarrobas. También cuidaban ganado lanar y vacuno, cazaban liebres, conejos y perdices y pescaban barbos, cachos y cangrejos.

 

Texto publicado en el Norte de Castilla el día 29 de julio de 2009.

 

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Abocado a acoger amplias urbanizaciones que buscan el sosiego y la paz que durante siglos se han respirado en este pueblo, Duruelo ve pasar la vida y el progreso económico por la carretera SG-205, que la une con Cantalejo y Cerezo de Abajo.


Así, a escasos metros de la principal zona de ajetreo diario, el pueblo conserva su paz interior alterada los fines de semana por lo habitantes de los chalés de Los Cortos y Sotomosila, que invaden la tienda y el bar de la localidad.

El municipio lo integran también el anejo de Los Cortos, que da nombre a la primera de las urbanizaciones que se construyen, con 125 parcelas; y además existieron despoblados en la zona como Cobos, Sancho Fruela y Cabrerizos.

Esta localidad nació a finales del siglo XI cuando fue repoblada por personas procedentes de Duruelo de la Sierra, población situada en el suroeste soriano. Pero con anterioridad ya su territorio estuvo poblado, pues dentro de su entorno se han localizado algunos vestigios de época romana.

Su iglesia parroquial está dedicada a la Natividad de la Virgen y está catalogada como Monumento Histórico Artístico, por la belleza de sus restos románicos. A su primitiva planta de una sola nave de cabecera con ábside de tambor, se le impusieron en época renacentista un pórtico y una espadaña barroca. En el exterior del templo sobresalen los tres ventanales del ábside y los canecillos figurados de la cornisa. Dentro del templo, aparte de su espléndido y espectacular retablo mayor de estilo renacentista, con tablas pintadas por el llamado Maestro de Duruelo (S.XVI) y de varios lienzos de Alonso de Herrera, sobresalen los arcos ciegos del presbiterio y su arco triunfal. Termina de conformar el patrimonio sacro de esta iglesia un buen ajuar de plata, en el que descuellan el cáliz y la cruz procesional, ambas obras realizadas por plateros segovianos del siglo XVI.


A las afueras del pueblo se localizan los restos de la ermita de San Roque, enclavada en la zona más alta del término. Se encuentra en ruinas aunque es posible aún observar el frontón sobre la puesta de entrada y los adornos de bolas. También, en dirección a Los Cortos, se sitúan los restos de la ermita de San Cristóbal.

El nombre del pueblo de Duruelo aparece ya en el famoso Cartulario de Silos, y así mismo, en el acta de donación otorgada por el rey Alfonso VI al abad silense de la localidad de San Frutos. Corrían los lejanos tiempos del año 1076. Aunque la antigüedad del lugar es muy anterior a ésta época histórica, como se demuestra por los restos de cerámica, piedras para moler el grano y monedas que datan de la república romana.


Asentamientos

En tiempos de la repoblación castellana, llegaron a Duruelo veintisiete repobladores, figurando entre los mismos Didacus Rodríz y Dominicus Gomiz. Los primeros pobladores otorgaron este nombre, pues todos ellos eran gentes de la sierra Soriana, concretamente del pueblo de Duruelo, y que atraídos por los privilegios concedidos por el famoso Fuero de Sepúlveda, aquí quisieron aposentar sus vidas y haciendas.

La iglesia parroquial bajo la advocación de la Natividad de Nuestra Señora, es una pieza arquitectónica, una pequeña antología donde se refleja el estilo de distintas épocas. Es bello el ábside de geometría semicircular, perteneciente al siglo XII, que luce muy bellos capiteles del llamado Románico del Duratón, y son de admirar los tres ventanales abocinados.

En uno de ellos y en fecha reciente, ha quedado al descubierto un bajorrelieve que muestra a la Virgen coronada, imagen sedente que sostiene en sus rodillas la niño Jesús con un libro en su mano izquierda y otorgando bendiciones con la derecha. Detalle interesante es el de la flor de lis que la Virgen muestra en su mano diestra, mientras que una avecilla se posa en la izquierda. En todo el ábside se aprecian las marcas de los antiguos canteros y toda su arquitectura se engalana con una cornisa integrada por canecillos donde se aprecian escenas protagonizadas por músicos, a quienes rodean animales mitológicos.

Neoclásico es el atrio de su portada, con hornacina para amparar una escultura barroca de Nuestra Señora.


A todo el conjunto le presta una ágil belleza, la espadaña, hermosamente musical, por las campanas que en ella se aposentan.


Sin duda es una de las iglesias más hermosas de la tierra de Segovia. Parece haber sido construida en el siglo XVIII y desde entonces pone música litúrgica y festiva por todo el ámbito.


En el interior del templo nos encontramos con una pequeña joya: el retablo del altar mayor, también factura de dos épocas. Pinturas de la primera mitad del XVI y arco barroco del XVIII. Muy bello también el expositor eucarístico de pequeñas columnas salomónicas.


El retablo está presidido por una talla singularmente magnífica representando Ntra. Sra. de la Natividad, obra del siglo XVI y los tres pisos del mismo, junto con el ático de cinco calles es un muestrario con escenas de la vida de Jesús y de la Virgen. 


Muy bello también otro retablo dedicado a la Virgen del Rosario, fechado en el año 1590 y realizado por el tallador Jerónimo de Amberes y los pinceles de Alonso de Herrera.
Una vista, en fin, a esta bella y pequeña iglesia de Duruelo, siempre dejará el ánimo del visitante un regusto de paz y de recuerdo emotivo.

 

Texto extraído de www.segoviayprovincia.com

 

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